¿POR QUÉ UNA ESCUELA INDUSTRIAL EN MALDONADO?
En los fundamentos expresados por la comisión pro-escuela industrial de Maldonado, en octubre de 1926 se expresa el reducido desarrollo que ha tenido la ciudad y la escases de trabajo, de industrias y de esperanzas de superarse. Por esta razón las nuevas generaciones se iban del departamento en búsqueda de nuevas perspectivas.
La ley de Enseñanza Industrial de 1916, no autorizaba a la creación de más de una escuela por departamento, existiendo ya desde el 2 de Marzo de 1925 una escuela industrial en San Carlos.
Esta ley fue modificada, siempre y cuando las capitales departamentales contribuyeran con una suma apreciable.
…..”Sin embargo Maldonado tiene por su posición geográfica marítima, por los inmensos bosques que la rodean, por sus excelentes arcillas y minerales elementos más que suficientes para crear industrias propias que den aplicación a tantas fuerzas juveniles y hagan surgir las riquezas que en sus entrañas guardan. Falta sólo un instituto que cree operarios inteligentes y de la organización propia a la región. No se procura hacer aquí una obra transitoria, sino duradera.” [1]
Un motivo determinante fue la llegada de los niños del asilo Dámaso Antonio Larrañaga de Montevideo, que en la década del 20, el Consejo de Asistencia Pública comenzó a mandar a esta localidad, con el fin de restablecer su salud.
Estos niños, de quien se hacía responsable la Sra. Florentina de Cuervo, Directora del Asilo de Maldonado, eran distribuidos en casas de familias a las que se remuneraba con 9 pesos por mes, para su manutención. Algunos testimonios orales cuentan que las familias que llevaban niños del asilo acostumbraban a los recién llegados al igual que a sus hijos a efectuar tareas, tales como lavado y planchado de la ropa, venta de leña, piñas, pasteles, diarios, etc. La sociedad de la época no consideraba perjudicial la realización de estas tareas por niños, sino que lo veían como una ayuda para la familia.
Según testimonios la idea original de buscar una actividad para los chicos del asilo fue de la directora de éste, en Maldonado, persona muy preocupada por los niños a su cargo.
Recurrió a la ayuda del señor Mazzoni para llegar a sus objetivos porque en la sociedad de la época era muy difícil que una mujer sola pudiera poner en práctica una obra como esta.
El Sr Francisco Mazzoni, director del Liceo Departamental, como hombre visionario, observador y preocupado por el porvenir de los jóvenes que no accedían al liceo, tomo la idea y citó a las damas más vinculadas de la época, la necesidad de crear una escuela industrial. Al liceo era común que llegaran los hijos de profesionales o de gente de cierto nivel social. Mazzoni decía “no todos pueden ser doctores alguien tiene que ser artesano, carpintero, trabajar con la madera de los pinos y la arcilla”[2].
Era necesario despertar el habito por el trabajo, por las manualidades, ocupar un rol social productivo, ya que la nueva situación mundial lo hacía necesario “atender a la demanda local mediante la producción local pasa a ser bastante más redituable que en un pasado reciente”[3]
Manifestaba Mazzoni, el 9 de Octubre de 1926, “sino se creara este instituto, Maldonado sentirá dentro de pocos años, que si bien es un sanatorio para el cuerpo, puede ser una lápida para el espíritu de los pequeños que deben aprender a vivir”.[4]
A dos cuadras de la Plaza San Fernando comenzaban los predios deshabitados, matizando el ambiente con dos o tres edificios históricos.
La Comisión pro- escuela industrial integrada por señoras prestigiosas de la época, la Sra. Florentina Deferrari de Cuervo, Ludovica Borrallo de Mesa, Plácida Gorlero de Requena, Lucinda Cabrera de Barla, Marìa Burnett de Santana, Marìa Borrallo de Fernàndez Izmendi y el Sr Francisco Mazzoni, Director del Liceo Departamental de Maldonado, que se constituyó como presidente honorario de dicha comisión.
Después de mucho meditar decidieron que el edificio para la Escuela Industrial se construyera frente a las ruinas de lo que fue la capilla del cuartel de Blandengues, completando la perspectiva de una calle que da acceso a la Plaza del Vigía, la cual según ideas de la comisión debía transformarse en una Plaza de Armas y así completar el complejo histórico.
La piedra fundamental se colocó en el terreno donado, cito en las actuales calles Rafael Pérez del Puerto entre Dodera y 18 de Julio, era un baldío poblado de chircales y arboles. El mismo no era del total agrado del Sr Mazzoni, quién prefería un terreno sobre la Torre del Vigía (a la que él le daba mucho valor histórico); pero no fue posible porque ya estaban comprometidos.
El terreno donado por la Comisión Administrativa Departamental, necesitaba ser limpiado para llevar adelante la construcción del edificio.
El Director Mazzoni encarga tal tarea al Sr Baldomero Domínguez que ya trabajaba en las quintas de propiedad del primero. Posteriormente este señor fue sugerido y aceptado como primer portero para la institución. En una escuela con escasos alumnos y docentes, en una ciudad pequeña, donde todos se conocían, el Sr Baldomero pasó a ser el ALMA MATER apoyando y orientando a los jóvenes que allí llegaban.
Su hijo, cuenta que “su padre tenía vocación pedagógica, tenía la idea de ayudar, cuando un alumno andaba vagando, haciendo alguna diablura, el se les acercaba, les hablaba de la importancia de tener un oficio, les hacía sentir que estaban perdiendo el tiempo.[5]
También recibía a los profesores recién llegados y que desconocían la ciudad proporcionándoles no sólo una calurosa bienvenida sino también alimento en su propia casa, techo si era necesario, o los conducía al hotel colonial del pueblo.
Alumnos de las primeras generaciones guardan un grato recuerdo de un personaje que se transformó en una referencia por su interés humanitario y su accionar diario.
También era el encargado de izar la bandera cuidando la rigurosidad de los horarios (al salir y ocultarse el sol); de proporcionar el agua para los baños y bebederos desde el aljibe que luce en el patio de nuestra escuela.
EL EDIFICIO
Para la construcción del edificio escolar se tuvo en cuenta que siguiera las líneas coloniales, para de esa manera darle un valor edilicio que era propio de la ciudad y que fuera una fuente de recursos atrayendo el turismo.
La escuela fue construida en una calle histórica, en la actual Rafael Pérez del Puerto (en aquel momento denominada Montevideo) esquina 18 de Julio. Los salones de clase mirarían hacia el norte, enfrentados con la capilla del cuartel de Dragones, formando el edificio una L.
El edificio comprendía la oficina, el salón de carpintería, el de corte, el baño de las niñas a continuación, y enfrente cruzando el patio el baño de los varones. En el patio se plantó una palmera que ha brindado sombra a lo largo de los años a todos los alumnos que a la escuela han concurrido.
Los fondos económicos para la edificación de la Escuela Industrial de Maldonado, fueron otorgados por el Consejo de Asistencia Pública, quienes desde el petitorio de agosto de 1925, de la comisión fundadora comenzaron a depositar 300 pesos mensuales en un banco. El Concejo Departamental destinaría 50 pesos mensuales con el mismo fin y suministraría la madera de los bosques departamentales. Con estos dineros se planeó cumplir los gastos de instalación y gastos de las máquinas y útiles necesarios. La mensualidad disponible permitiría el funcionamiento de un curso de carpintería y otro de labores femeninas.
EL PROYECTO SE CONCRETA
Cuando el proyectó se concretó el 1 de noviembre de 1929, con el inicio de los primeros cursos, se comenzó a dictar en primera instancia sólo Carpintería y Corte de Confección. Con los años se sumaría el curso de Cestería, iniciado en junio de 1934; de carácter mixto.
Según consta en carta fechada el 2 de noviembre de 1929 dirigida al Inspector regional don Hermenegildo Sabat, a esa fecha no habían llegado los materiales para el taller de Carpintería, y estando el profesor Casanova disponible, dictó algunas clases de Dibujo.
Según cita el primer Libro de Matrículas de la Escuela Industrial de Maldonado, la primer lista de alumnos la integraban 127 jóvenes, entre 10 y 26 años, la mayoría con instrucción primaria incompleta. La escuela funcionaba en el horario de 13 a 17 horas, mediando un recreo a las 15.
Los cursos se extendieron hasta el mes de diciembre y se reiniciaron en marzo del siguiente año.
Alumnos de UTU, generación de 1930.
PRIMEROS DOCENTES
Los primeros maestros que tuvo la Escuela Industrial de Maldonado fueron el Sr. Simón Casanova como docente de taller de Carpintería y la Sra. Justina Pérez Fernández como docente de Corte; siendo el director el Sr Dante Bianchi.
Cuentan alumnas que concurrieron a las clases de corte y confección, que la profesora sabía mucho, sabía enseñar pero era sumamente estricta con la disciplina en el aula y la elaboración de las prendas.
Los cursos comprendían tres años y uno de práctica, se impartían en un salón con mesas largas, sillas alrededor (con tacos de goma en las patas para evitar el ruido), y un pizarrón en el cual las alumnas debían mostrar a sus compañeras la elaboración de las prendas. También realizaban una libreta de Teoría donde se dibujaban las prendas con las respectivas instrucciones, un muestrario de organdí, y moldes grandes en papel.
Al finalizar el curso las alumnas rendían un examen con maestras que venían de Montevideo. Cuenta la Sra. María Esther Fernández, que dicha mesa examinadora no siempre podía venir en fecha, por lo que las alumnas mientras seguían concurriendo como apoyo a la maestra (enseñaba a pegar botones, realizar moldes, etc.)
Dibujos realizados por la Sra. María Esther Fernández Pérez en su libreta de teoría, durante su curso de corte y confección, realizado en el año 1929 en la Escuela Industrial de Maldonado.
UNA TRADICIÓN… LAS EXPOSICIONES
Año a año, desde 1935, (siguiendo la idea del Sr Pedro Figari) las escuelas industriales al finalizar sus cursos realizan exposiciones de los trabajos elaborados en el año lectivo; es el momento de ver el satisfactorio resultado práctico y efectivo de la enseñanza de la escuela.
En Maldonado esta instancia, ha tenido vital importancia como factor de reivindicación de la Escuela Industrial, ya que si bien, desde el inicio de la misma concurrieron alumnos que no eran del asilo, éstas ayudaron a promover el ingreso de jóvenes fernandinos que buscaban una formación diferente a la que brindaba secundaria.
Exposiciones de ayer
Hoy, las exposiciones de la Escuela Técnica resultan de gran importancia no solo como la oportunidad de mostrar trabajos, sino también para atraer nuevos alumnos, y como apertura del centro educativo a la comunidad.
MITO Y REALIDADES
La UTU de Maldonado surgió como un proyecto que aspiraba a cubrir necesidades de una sociedad que en algunos aspectos era considerada “bárbara”.
En Maldonado la fundación de esta institución, está estrechamente vinculada con la necesidad de brindarles oportunidades a los niños llegados del Asilo Dámaso Antonio Larrañaga a nuestra ciudad; es por esta razón que los primeros fondos económicos para la escuela provenían del Consejo de Asistencia Pública.
El profesor Mazzzoni, quien con espíritu humanitario percibió la falta de un lugar que ofreciera a ciertos grupos de niños y jóvenes más desprotegidos una oportunidad de insertarse en el mercado laboral y por ende a la sociedad, inicia la labor junto a una Comisión de damas prestigiosas de la ciudad de la época para la creación de una Escuela Industrial.
Consideramos que esta es la razón por la que la sociedad consideraba a la UTU el centro de enseñanza donde debían asistir aquellos alumnos que intelectualmente los docentes consideraban que no estaban en condiciones de hacer el liceo.
La UTU ha cumplido con el cometido de brindar un oficio a aquellas personas que llegaron a Maldonado, dándoles la oportunidad de crecer, educarse, formar su familia, y desempeñar roles significativos en la sociedad.
También fue un lugar de aprendizaje y formación para jóvenes de las familias fernandinas, como es el caso de la Sra. María Esther Fernández, quien cuenta que con el oficio aprendido pudo trabajar durante toda su vida, posibilitándole adquirir la vivienda en la que vivió.
Los orígenes de la UTU son de vital importancia en el desprestigio que la institución ha tenido en la sociedad, por no ser considerada un centro educativo de ascenso social. En este aspecto las exposiciones realizadas año tras año, intentan trasmitirle a la sociedad la importancia que tiene la enseñanza de oficios, y que no toda la población tiene que ser doctor, abogado, etc. Se necesita de individuos que sean el motor de los sectores productivos.
Otra de las causas por las que la UTU le ha costado insertarse en la sociedad, es que la llegada de los inmigrantes con conocimientos previos constituían mano de obra preferencial, ya que muchos empresarios los preferían antes que, según el mito un obrero de origen problemático.
Hoy la Escuela Técnica ofrece cursos para una inserción en el sector servicios, como por ejemplo el Turismo, empresarial, informático, etc.
Tras mitos y realidades, quienes estamos en estrecho contacto con la institución, percibimos una apertura social e ideológica frente a las oportunidades educativas que ofrece la escuela. Es frecuente en nuestras aulas encontrarnos con personas que aun teniendo ya una profesión e inclusive hasta un título terciario recurren a este centro educativo buscando ampliar su horizonte formativo.
Autoras: Profesoras Patricia Pagola Rivero y Jenisel Pérez Robaina.
Octubre 2013
[1] Fundamento realizado por la Comisión Pro- Cursos Industriales. 8 de Octubre 1926.
[2] Ídem
[3] Rodrigo Arocena. La cuestión del desarrollo visto desde América Latina. Ed. 1995.EUDECI. Pág. 13.
[4] Carta de Francisco Mazzoni al Sr. Alfredo Samonati. Maldonado 9 de Octubre de 1926.
[5] Profesor Vicente Domínguez, entrevista realizada el jueves 7 de Octubre del año 2004.