Con motivo del Día de la madre, alumnos de 3° de Ciclo Básico organizaron una jornada para celebrar con ellas.
Discurso de alumnos de 3° de Ciclo Básico y ex- alumno Mauro Amaral:
PARA MAMÁ…
Existe un día en la vida para el que no hay forma de estar preparado, existe un día que reconoces tus piernas inquietas y los brazos que te rodean. Existe un día determinante para lo que después podrías llamar, el resto de tu vida: el día que naces.
Por algún sistema de defensa anti-adultos, no podemos recordar nada de todo eso, el primer beso de tu madre, la primera vez que miramos a los ojos de nuestro hermano o la primer madrugada que desvelamos a nuestros padres. Pero también reconocemos sentimientos que hablan más fuertes que muchos recuerdos y sabemos lo importante que es haber llegado hasta acá, a este mundo, a esta familia, agradeciendo que por magia desconocida nos toque la madre que nos toca.
Hay un lugar dentro de todo este caos rutinario de tiempo y horas, en este ascensor de emociones oxidadas, en este exceso de responsabilidades, al que llamamos vida. Un lugar que todos debemos visitar más seguido, un lugar lejos del ruido y cerca del corazón, un encuentro donde crecen las caricias, donde lo único que importa es estar ahí, hay un cielo desperdigado de algodón de azúcar, budín de pan y encantos maternales, que nos hace siempre volver a su mesa.
Escudo de muchas batallas, que nunca libramos, porque ella lo hacía por nosotros.
Cuantas tormentas habremos atravesado, cuántos relámpagos nos hicieron llorar y afuera ni siquiera llovía…
Tantas mareas furiosas golpeaban mi ventana, y siempre te levantabas a cerrarla, a calmar mi insomnio, a decirme que todo iba a estar bien, a destender una punta de mi cama y acompañarme hasta que duerma.
Nunca olvidaré la presencia única de tu pollera, la rebeldía oculta de tus peinados y la sensación de inmortalidad de tus brazos.
Recuerdo las mañanas que apuradas se escapaban por mi niñez, las tardes de mates en las que se nos escurría tu juventud, miles de momentos en los que creía estar sola, pero al final del pasillo tu figura siempre me esperaba contenta, para preguntarme: – ¿Cómo te fue? ¿Qué aprendiste hoy?. Para acompañarme hasta casa y por las mismas cuadras de siempre, crecer juntas.
Todos cometemos errores y nadie tiene la verdad absoluta, no hay que atormentarnos con pesadillas del pasado por no haber hecho bien, por haberle entregado todo, o por no haber entregado nada, siendo madre o hija.
Siempre hay tiempo para aprender a amar siendo madre o hija.
Y nos veremos cumplir, 40 , 50,60 y tal vez 70 años, cansadas arrastraremos nuestras piernas para festejar otro cumpleaños, otra navidad, yo deseo que nunca dejes de querer festejar conmigo. Porque si algún día me preguntan de donde vengo, yo vengo de los brazos de mi MAMÁ.
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